jueves, 28 de diciembre de 2017

Su mundo

Un telar natural actuaba como techo,  palmas entrelazadas construían su acojedor  refugio. Las luces azules brillaban incandescentes.  A desniveles alumbraban aquel rústico lugar. Acostados sobre el piso, miraban cada una de ellas. Encendido, apagado..., encendido, apagado... Sobre sus rostros se reflejaba el juego de luz y oscuridad. Alumbrando y oscurecido sus pupilas, acentuando el flujo de su sangre que corría por su cuello cada vez que giraban para mirarse. Sus labios refulgentes sonreían coloreando aún más aquella noche. Sus manos jugaban con el aire, con sus cabellos como practicando un ritual, el ritual de la complicidad, de estár. El sonido de las hojas al moverse era el perfecto arrullo, mientras continuaban con aquel rito de reconocimiento. Aprendiendo el camino de la otra piel, el terreno sinuoso de sus miradas, conociendo las planicies de sus flancos, la vereda que avanza desde la comisura de sus labios hasta sus torneadas mandíbulas. Sabiendo como ser del otro sin dejar de ser para ellos. Prometiéndose su propio mundo. 

sábado, 23 de diciembre de 2017

Pasaje de las 3:23 p.m.

Se alcanzaba a ver su delgado cuello a través del retrovisor. Resplandeciente con las luces de la ciudad, a veces pálido, otras ámbar, algunas más rojizo reflejando las señales de tránsito. Bajando por su garganta podía verse un vestido negro, vaporoso, adornando su cuerpo, siendo uno con su respiración. Por arriba de él se encontraba su pequeño mentón formando una delicada montaña en la sabana de su mágica piel. Sus labios delineados y de comisuras cuarto crecientes, impedían que pudiera atender el camino. Los dedos de mis manos inquietos, acariciaban sus mejillas desde lejos. Volaban hacia sus pómulos afilados que en marcaban el cuadro de su cara. Por detrás de sus orejas había acomodado su oscuro cabello que bajaba hasta su pecho siguiendolo, siendo su contorno a la perfección. Como una estatua, permanecía inmóvil, inalterable a cualquier emboscada del ambiente. 
La imagen cortada que el retrovisor me mostraba era suficiente. Seguir su respiración con la mía sería una complicidad necesaria para tan bella criatura. Mi cisne personal, mi chica de humo, mi Ferminia Daza, mi Penélope. El auto permanecía en movimiento mientras humedecía sus labios de vez en cuando, subiendo y bajando como un pincel sobre un lienzo, siendo mi propia obra personal. 
Me había enamorado de mi pasaje, de mi cliente, de la muchacha del labial chocolate, de quien nunca podré saber su nombre, de aquella respiración queda, de las comisuras sonrientes, de su lunar derecho, guardián de sus labios. Que mejor que vivir las suertes del amor en la comodidad de mi asiento, detrás de mí volante, desde donde el amor es más seguro y duele menos, que mejor que..., desde mi propia imaginación.  

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Que me lastime la etiqueta

Quiero que me lastime la etiqueta de una vieja blusa, que odie utilizar doble pantalón en los días de frío, quiero aborrecer las gorras que aprietan mis ideas. 

Quiero volver a sentir mi cuerpo, como caminaban las gotas sobre mi espalda, el rocío de la mañana al golpear mis pómulos y la sensación de la tela calentando mis muslos. 

Quiero mirarme de nuevo y reconocerme. Quiero ir a la oscuridad y volverme parte de ella, que una luz cálida me recuerde un hogar y que un abrazo sea lo único necesario para reposar un mal dìa. 

Quiero volver y reflexionar sobre la forma de las nubes, sobre la sensación del agua dentro de tu boca, disfrutar del silencio nocturno.

Quiero escuchar el tic-tac de un reloj, que por hoy sólo, me lastimó un zapato.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Era hace una vez en Octubre 2016

Hoy no amaneciste conmigo, parece que por fin me libré de tí y de tú campo de terciopelo, de aquellos ojos marrón cansados. Parece que hoy no soy de tí, hoy sólo quiero pertenecerme. Pero heme aquí, escribiéndote, evocándote con un respiro. Tú, algo necesario para continuar y ¿el dolor? es la huella de que fuiste.

Hoy no amaneciste conmigo, parece que por fin me liberé de tí y del recuerdo de tú abrazo, y de la calidez de tú sonrisa, de la peculiaridad de tú voz. Hoy sòlo quiero pertenecerme. Pero heme aquí mirando mi alma a través de tus palabras. 

Hoy no amaneciste conmigo, parece que por fin me libré de tí y ¿mañana?, bueno, mañana puede no llegar.





jueves, 2 de noviembre de 2017

En Octubre 2016





Lo único que podía verse era su sonrisa rota, los suspiros entre cortados. ¿Qué le aquejaba?. Difícil responder... ¿expectativas rotas, el vinagre del amor o el exceso de pensamientos?. 

Era una sensación extraña un cansancio por dentro, un par de lágrimas cristalizadas en sus ojos, una respiración retenida, un desagrado hacia todo y todos, una desesperación por algo nuevo, pero miedo a volver a sentir. Un poco de dramatismo artístico y un tanto de nostalgia, sólo un poco de rabia y confusión, un exceso de futuro y una añoranza del pasado. Y a veces, en ocasiones, por las noches... un dolor, justo donde su corazón solía estar, ahora ya no era suyo, pertenecía a la luz. A aquella luna fría y taciturna, ensimismada en su belleza, en su altanería, en su horrenda simpatía. Ahora ella era la dueña del corazón bruno y parecía muy contenta por tan terrible adquisición. 

Lo único que podía sentirse era el viento, que continuaba chocando contra lo que alguna vez tuvo nombre, lo que alguna vez fue un amanecer, hasta pronto amanecer, dijo la Luna...




¿Qué hay...?


¿Qué hay con un amanecer, que hay con el disfrute, que hay con agradecer?

¿Qué hay con la vida...?

¿Qué hay con nosotros, con tus manos sobre las mías, que hay con el compartir?

¿Qué hay con la vida...?

¿Qué hay con la certeza de un mañana, que hay con la luna y el sol?

¿Qué hay con la vida...?

¿Qué hay con un nuevo dìa, que hay con seguir aquí?

¿Qué hay con la vida...?

¿Qué hay con su vida?, ¿Que hay con tú vida?, ¿Qué hay con mi vida?

¿Y, qué es vivir?

Miradas

Y miras a los ojos de los otros y la luz no existe, encharcados en la soledad, en el olvido. Respirando por que sus pulmones no tienen consciencia propia, por que su corazón es independiente de su cabeza, por que su párvula vida no les pertenece.


Y miras sus manos temblorosas por un abrazo, a la expectativa de una mejora para su atormentada alma.

Y los miras y te miran y sonríen. Y continúan en pie, con el alma rota, con los ojos encharcados, con sus manos anhelantes, y miras y callan. 

Y miras y nadie los mira...

Resultado de imagen para lluvia sobre los cristales

miércoles, 11 de octubre de 2017

Dibujando la oscuridad


La luz azul entraba a través de las cortinas empapando el lugar, bañándolo en su frío candor. Recubriendo cada espacio con su ambigüedad, con la incertidumbre de una juventud desaforada, con la única certeza de saberse vivo.


La noche comenzaba a surtir efecto sobre un par de siluetas que, enmarcadas por la oscuridad disponían una imagen cuasi perfecta, cuasi anhelada, cuasi real.  

Entre las sombras podían vislumbrarse sus manos acariciando algo parecido a una piel, haciendo juego con su respiración surcaban la oscuridad. Sus dedos largos y delgados corrían con vehemencia por su boca, por su vientre, su cabello… por el otro él quién había decidido acurrucarse a su lado.  Minutos de un ansiado cenit se apagaron ante la templanza de aquel que se acurrucaba.  Y  la noche transcurrió, como transcurre el tiempo, como transcurren los años, como transcurre una oportunidad, la oportunidad de haberse pertenecido…


domingo, 17 de septiembre de 2017


Lunes, Martes, Miércoles, Jueves, Viernes, 
Sábado, Domingo


Lunes, una extraña neblina opaca cubre tus ojos amarrando las lágrimas dentro de ti, estrujandolas. Afuera todo parece una película que avanza y de la cual sólo eres un espectador, un tímido y enclenque espectador.  A veces los días pasan y parecen avanzar sin ti, los pies dentro de tus zapatos están cansados de seguir, encerrados dentro de una cueva oscura que nunca es lo suficientemente clemente para terminar con el hartazgo del vivir. Y miras a tú alrededor y todo parece perfecto, todo lo hay, todo lo tienes pero un hueco continúa ahí, algunas veces creciendo, otras tapizado por la distracción. Y miras al cielo y es azul y te vuelcas en él y quisieras detenerte, ponerle “stop” a la realidad, un respiro, una tregua. Y cuando menos te das cuenta amanece.

Martes, una extraña neblina opaca cubre tus ojos…


sábado, 9 de septiembre de 2017

Dos minutos


Hoy me he tomado dos minutos para escribirte, dos minutos para hablar de quien eres, dos minutos dedicados a tu piel de miel. Dos minutos para que sepas lo inmenso de tu abrazo.
Me he tomado dos minutos para cada gesto de tu boca, dos minutos por cada línea que surca tu tez. Dos minutos más mientras recorro tu mentón, tus dedos, tu mirada sabor canela y tú nocturno cabello.
Dos minutos para mostrarte lo cálido de dos, lo intenso de un adiós y la incertidumbre de un nosotros.

Hoy me he tomado dos minutos para pensarte.  Pues dos minutos me bastaron para quererte.

lunes, 7 de agosto de 2017

Esbozo de Margarita


Aún eras mía y ya te extrañaba, tan frágil, tan perfectamente imperfecta. Eras magia, con tus ojos de mar lograbas llevarme al cielo, podía navegar en el cúmulo de tu tersa y blanca piel. Entre tus montañas galopaba hacia Montagne Noire, iba y venía entre tu cabello libre, envidiando el viento que acariciaba la perfección de tu rostro. Y tu vientre, oh dulce travesía, inquieta y cálida. Caminos prohibidos. Y sin duda, lo más perfecto en tí, tus tobillos delgados y francos, encargados de sostener a eso que llamo esperanza. Para otros fuiste  alegría, venganza, una noche sin recordar, pero no para mí.  Fuiste el más grandioso jardín, las más dulces melodías, la noche más profunda, el rencor más amargo y la soledad más exquisita. Para mí fuiste la vida. 

En espíritu, Armando Duval







domingo, 6 de agosto de 2017

La contemplación, el amor y la luz

El polvo se alzaba a través de la humedad, brillando en la tenue luminosidad que atrevida debelaba su naturaleza, pequeñas partículas blancas. El "clac" de una gota resonaba en el fondo, mientras el ámbar de un sol artificial alumbraba el rocío de su piel. Cada uno de los sutiles y benévolos restos de agua destellaban en su terrosa tez. Podía observar uno a uno los bellos de si, pequeños flajelos levantados hacía el infinito, extendiendo sus pilosidades para la luz. 

Clac...

Un pequeño charco rebosaba con el agua que caía de su oscuro cabello y jugaba a ondear con la brisa y el fluorescente ambar.

La complejidad de un día normal, la contemplación de lo banal. No era necesario un otro o alguna influencia tóxica, simplemente la magia de la luz. Fue entonces cuándo vislumbró, la contemplación como elemento necesario para el amor. El uso de la contemplación en su cuerpo: de los mínimos detalles en su rostro, la exaltación de sus dedos y de cada una de las líneas que enmarcan sus manos. La única forma en que se acomodan sus cejas o como cae su cabello. La línea que arma su sonrisa y los ademanes resueltos nada más para aquel ser. La contemplación del glorioso recorrido que hacen sus manos en la silueta de un otro.

Clac...

Y comprendió, de la contemplación al amor sólo hay un paso: la luz...


martes, 18 de julio de 2017

El amor en los tiempos de la adultez



Cerró su libro, suspiró y dijo: ese, si es amor.

-El amor de las películas y los libros no existe. Yo sólo he visto ese donde la otra persona se vuelve una extensión de tú cuerpo- le respondía su acompañante

-¿Cómo?-

-Si, ese... donde suelen prestar uno de sus brazos para alcanzar a rascar la espalda del otro, ese donde el mayor acto de amor es apartar su pieza favorita del pollo.  

Amor cotidiano: El amor de la vida real.

Silhouettes


Giraba a través de la oscuridad, un universo infinito la rodeaba, podía sentir la fuerza de gravedad presionar su enclenque cuerpo hacía el abismo. Sus cabellos ondeaban sobre su cara, indefensos ante el precipicio. Voces a su alrededor suplicantes gemían, lanzando cuchicheos sin sentido. Trató de encontrar algún punto de referencia que pudiera guiarla, pero la nada la cegaba. Sus manos humanas habían desaparecido, en su lugar una especie de halo blanco y resplandeciente que cubría lo que alguna vez habría sido un dedo. Su cuerpo, ya no era. La ligereza comenzaba a invadirla, el peso se había ido, su espalda encorvada tenia un aspecto jovial y su respiración parecía menos forzada. Poco a poco comenzó a llenarse de una inmensa luz blanca a veces púrpura. La luz emanaba desde su corazón, subiendo por su cuello, caminado su pecho, entrelazándose con su sangre, toda ella fluía con la luz. 

De la nada sintió un golpe que estremeció todo lo que alguna vez fue un cuerpo, gracias a el tomó conciencia de sus extremidades, aún estaban ahí, pero su forma había transmutado. Una sensación de temor la invadió, ¿qué estaba pasando? hacía tan sólo unas horas se encontraba acostada sobre su mullida cama mirando hacia la ventana, había sido un día tan bello, tanto como pudiera ser el último día sobre la tierra. Nunca había visto el azul del cielo tan resplandeciente, ni el trinar de las aves había sido tan melodioso como aquel día. Y ahora, se encontraba en la inmensidad de la nada. 

El tiempo transcurría de una forma imprecisa, a veces parecía una hora, otras parecía haber estado ahí por años, era algo vago en esta nada. Pensaba sobre esto cuando una pequeña chispa relumbró a lo lejos, una pequeña llama verdosa se deslizaba grácil hacia ella, tomando forma a medida que se aproximaba. Aquel resplandor cambiaba de color transformándose en un intenso anaranjado que volvía a su estado original. Era una figura alta, de paso firme. Parecía estar perdida como ella lo había estado antes. Giraba su cabeza de un lado a otro en buscada de respuestas cuando pareció tomar cuenta de que no estaba solo. Caminó hacia ella, la forma en que se balanceaba lo que alguna vez fue cabello le pareció muy peculiar, un gesto conocido. 

De forma apresurada dirigió su nuevo cuerpo al encuentro de ese gesto amigo. Mientras avanzaba se percataba de lo conocida que era aquella luz, emociones habían vuelto a su cabeza. Una extraña incertidumbre, una nostalgia explotaba en su nuevo corazón, un gozo subía por su mano en forma de calor. ¿Quien era?, se preguntaba. A medida que una sensación de familiaridad la invadía. Por su parte, la silueta verdusca revivía una sensación de tranquilidad y una extraña tristeza, el recuerdo de la perdida parecía haber llegado.

Al acercarse mas un torbellino parecía desatarse, la sensación de corporeidad volvía para ambos, pero mas amable con menos carga ya no había por que preocuparse, sólo estaban ellos.

Un recuerdo fugaz había llegado a su mente, no era un algo era un él. No era un cualquiera, era ¡él!. Estaba frente a ¡él!, un mar de recuerdos pareció invadirla, sabia ante quien estaba, levantó su mano para poder rozar su mejilla una vez mas. Mientras, aquella llama perdida en la incertidumbre parecía confusa, tratando de entender aquella extraña sensación de intimidad, de cercanía. 

Parecía que una eternidad había transcurrido desde el primer vistazo de su pequeña luz verde hasta que por fin estaban frente a frente. Lentamente extendió su mano ante su tenue color, aquel parecía reconocerla. La nada los acompañaba, no existía más que la oscuridad, la vaguedad de la soledad y ellos. Su luminosidad trémula comenzó a fusionarse, blanco y verde se transmutaban, mientras ella alargaba sus dedos para tocarlo, era él. Aquella bella silueta del pasado que hizo vivir su corazón, silueta de aprendizajes, sus primeras lágrimas de preocupación real, la sensación de descontrol y una especie de amor protector volvieron para la blanca luz. Una eufórica sensación corría por su cuerpo hetéreo. Estaba ahí frente a ella, con sus dedos fantasmales recorrió sus ojos almendrados, su nariz, sus labios, su cuello que en alguna vida había estado poblado por lunares, su pecho cuyo corazón palpitaba estrepitosamente. Para él, un hogar había aparecido otra vez, una compañía, un confort. Tocaba su cabello alargado, sentía sus dedos entrelazarse con los suyos, los que habían sujetado tantas esperanzas, ahora estaban ahí. Un amanecer había vuelto y esta vez para quedarse.   

La distancia se acortó y miles de imágenes remotas los inundaron. A medida que el tiempo pasaba sus colores iban perdiéndose, ambas figuras olvidaron su forma original dando lugar a un único resplandor, a una inmensa luz que explotó repartiéndose en cientos de colores, alumbrando aquella negrura, volviéndose eternos. Bien dicen: hay almas que están destinadas a encontrarse, incluso en la muerte.

"La eternidad es la mar mezclada con el sol..."
 Arthur Rimbaud 



sábado, 1 de julio de 2017

Ojos de vida



Ojos de vida, sonrisa como paliativo. 

Manos que invitan a pensar en un "podríamos...", con quien es sencillo imaginar un nosotros. Quien te hace sentir parte de.

 Voz que anima a lanzarse en el vacío de las esperanzas, camino que quiero recorrer bajo tu dorado abrazo. Alma bonita, alma nueva, alma por conocer. 

Inesperado que, como viento de Junio entraste desordenando mi caos. 

Tú, que con el corazón en la lengua hablas,  espera por favor, quiero que seas algo más que un simple alivio, quiero que seas respiración y aliento. Sonrisa y esperanza. Una balada que quiero cantar, un himno para el amor. Un hogar para compartir y no un escape de la soledad. Permite expulsar a los fantasmas del pasado, a la nostalgia, a la incertidumbre.

Tú: viento fresco, ayúda inmediata, ojos de vida, camino dorado no temas, aquí estoy.



lunes, 1 de mayo de 2017

Invitación



Sus labios rojos con una sonrisa tierna invitaban a una amena conversación, de mirada fija que incitaba a pensarle.

El movimiento de sus blancas manos tan fino como su voz llamaba a permanecer mirando los espirales que acompañaban sus palabras.

Todo su ser, incitaba a la confusión. Aquellos gestos, y la voz queda, parecieran una alternativa, un reflejo de lo que puede ser. Una invitación a una desnudez del alma. Atrayendo a un vacío, al caos, a una pérdida de la esencia misma.

Su amabilidad conducía a un camino desconocido y sin retorno, a un juego en el que al parecer la pérdida es la única ganancia. Reflejando en el espejo de su franqueza las penurias de otra alma solitaria, las añoranzas que parecen estar fuera de su alcance.


Su piel de mármol, era una suplica hacía un acorde secreto.

Espero que algún día su invitación sea escuchada por alguien que desee caminar acompañado por tan magnífica alma. 

Por ahora, solo relato lo que logré observar pues, yo también estoy esperando a mí invitado, aquel de lunares nostálgicos...






jueves, 30 de marzo de 2017

Somos más que un simple verso


Es una tonada pegajosa, esa sensación de soltura; de embriaguez. En donde cierras el corazón y te abres a las sensaciones. Alcohol y voluptuosidad. Dueño de las rimas simples. Una canción de rock, un himno al hedonismo.

Y, ¿porque no escuchar la tonada completa?. Pareciera que solo quisiéramos nutrirnos de los versos calurosos, esos que provocan… rapiditos y sensuales. Aventureros, de los que acompañamos con vino sobre el colchón, mientras seguimos nuestras pieles y la agitada respiración. Besos aprisionados sólo en el cuerpo. 

Y, ¿que hay de besar nuestras almas?. De las melodías con cadencia, de la caída libre hacia un sentimiento. ¿Dónde quedó la luna, la compañía y el compartirnos?, ¿Dónde quedó el estribillo?. 

Es una canción que rodea tu cadera, camina por la comisura de tus labios y posee, pero jamás se hace tuyo, ni eres suya. Sólo en la superficie, sólo en el cuerpo, lo en el verso.

Soy dos acordes quedos, cinco frases melancólicas y una cadencia que puede parecer lenta, pero que aumenta al gusto. Una tonada que merece ser escuchada, un gusto adquirido de esos que te abruman y quieren seducir tú voluntad; tú esencia. Un cuerpo con alma y un alma con cuerpo.  Soy más que un verso y un estribillo. Soy ritmo y melodía y podríamos ser armonía. 


Y prefieres un simple verso.






martes, 14 de marzo de 2017

Perdiendo el Norte


Te escribo a tí que posiblemente pases lo que yo. 
Para tí, que sientes como te ahogas en un torbellino del cual sólo tú sabes como escapar. 
Tú, que crees haber perdido la llave de tí mismo, quien siente el sopor de los días, la maldición de algún recuerdo y la gracia de seguir aquí. 
A tí, que te ocultas en la oscuridad para ser tú mejor versión. 
Para tí, que buscas algo o alguien, tal vez una respuesta que parece ocultarse. 
Para ellos que creen para vivir y que se arrastran todos los días buscando aferrarse de algo. 
Por quienes creen haber perdido el Norte. 
Por tí, por mí. 
No hay de que preocuparse hay otros como tú. Y si hemos perdido el Norte... siempre podemos llegar al Sur. 

Un mounstruo


Ya no hay a quien culpar y ese vacio parece haber vuelto, ceñido a la luz del sol, a la bravura del viento y a cada una de las gotas de lluvia. 

Encapsulando todo en una realidad sin color, jugando con una escala tonal entre el gris y la bruma. Ya no es "alguien", ya no es nada, únicamente aquel ruido desde las entrañas, atemorizando con sus tronidos, volviendome frágil, y que deja estando  sin estar. 

Ya no es "él" , ya no soy "yo", ya no es "nadie", sólo es nada.

Tinta y papel






Escribir, el arte de subsanar el interior; la forma de en contrate, y perderte.  Escribir, la música de los solitarios y derrotistas; el balón de los corazones ambulantes; el sostén del afligido; la guía de los ciegos; la voz de un mudo; la compañera del abandonado; la estrella del opacado. 
Y para mi, suele ser la distancia entre la tinta y tu; el papel como tú cuerpo y la lírica tú voz.  Escribir, la forma de invocarte sin tenerte, sin saberte. 

Escribir es... una forma de ser yo, para tí.

jueves, 26 de enero de 2017

Lo que un día me contó la Luna


La luna los miraba, como la primera vez en que los conoció. Pero esta Luna era diferente, menos cálida y más lejana, ajena. Esta Luna parecía despedirlos, poniéndoles puntos suspensivos sobre sus cabezas. Trataba de no mirar demasiado para no incomodarlos, pero era inevitable, algo sucedía justo bajo su halo plateado. La cabeza gacha de ambos, no mentía. 

Allí, en tierra, los brazos cálidos de èl, rodeaban a la chica haciéndola sentir un poco más segura, mientras se preguntaba... ¿Y, ahora...? Al parecer, su cabeza era un caos, no había nada seguro, más que esa sensación en el pecho, ese latir desacompasado del corazón, esa incertidumbre.  


Sus expectativas estaban rotas, lo que había imaginado era diferente a la realidad, pero aun así podía aceptarlo, se sentía extrañamente atraída por ello. ¿La razón? Luna aún no logra descubrirlo. Pero cuenta que la ha visto derramar lágrimas cuando habla sobre aquella realidad seductora, cuando recuerda su oscuro cabello y su blanca sonrisa o la forma en que sus abrazos rodeaban su cuerpo, incluso la forma graciosa en que hablaba, la manera en que era ella cuando estaba junto a él, lo que conoció de sí gracias a los ojos  que hoy la despiden. También parece haber sollozado por aquellos momentos extraños, en los que no lograba entenderlo, cuando todo parecía indicar que era el fin, cuando su comportamiento era diferente a sus palabras. Esas veces cuando su "libertad" parecía dolerle, cuando sentía que se perdía en aquella incertidumbre, cuando la inseguridad comenzó a carcomerla y su idea del amor comenzaba a distorsionarse.

Sobre él no dice mucho, siempre fue mejor descifrándolas. Pero me ha contado que, él parecía desconcertado, pensativo, realista, analítico, ensimismado, estoico. Cuenta que a veces asemeja cargar con un caparazón que impide a otros acercarse, por mucho que quieran suelen ser proyectados hacia el exterior como gotas que se estrellan en un parabrisas, mientras este continúa a toda velocidad su camino sin ser consciente de ellas, descomponiéndolas en muchos pedazos. Otras veces es como si sus pies se hundieran en cemento y le impidieran seguir, transformarse, refugiándose solo en él.   

A veces, me dice, le gustaría hablarles y decirles que el: "Dolor es inevitable, pero el sufrimiento es voluntario".  Cree que a ambos lo necesitan y se pregunta: "¿Esto es querer?, ¿Siempre es así?, ¿Esto les depara a todos?, ¿Esas sensación de desasosiego es, extrañar?, ¿Esto es vivir?.


Yo no sé que decirle, sólo soy una nube que se ha enamorado. Soy una nube enamorada de la Luna.