miércoles, 28 de octubre de 2020

Diagnóstico

 


Cristalinas caían chocando con sus talones, podían sentirse frías, más que el viento nocturno de otoño. Se perdían entre la inmensidad de su piel, desembocaban de un vaivén de emociones contenidas. El ser suficiente para ella misma parecía ser la carga más fuerte, el deber y hacer, el saber lo correcto e incorrecto y aun así decidir no saberlo, no verlo.

Estaba cansada de ser ella, quería un escape, un alivio. Hoy no ser nadie, no existir, volar junto a las hojas, deshacerse como un recuerdo, saber que se siente explotar y evaporarse, pero tenía que seguir aquí. Atrapada en este mundo terreno donde por alguna razón sus fuerzas no existían, más que para mostrar lo que otros desean ver.

Hacía tiempo que los días buenos encubrían su malestar. Lo cierto es que no había días buenos desde que había decidido dejarse ir y al mismo tiempo había conocido los más brillantes, esos que hacía años había perdido, había dejado ir (les diría ella).

Envidiaba a las flores que resplandecían con el sol, que vivían incautas y ajenas al sufrimiento humano, añoraba la ligereza del río que plácido sortea las orillas, la blancura de las nubes, el brillo del mar. Fusionarse con la luna, tal vez sería suficiente para quien no la veía, para quienes la miraban, pero sobre todo para ella.

Quería tener la fuerza de un volcán, pero no había más que una pequeña mecha que parecía infinita pero que no calentaba lo suficiente, ni se apagaba por completo.

En secreto, quería ser algo más.

¿Diagnóstico?se había olvidado.