sábado, 17 de septiembre de 2016

Tan ella




El sonido de la guitarra aturdía sus sentidos. Al ritmo de su corazón el golpeteo de los tambores continuaba sus movimientos. Sus manos giraban sobre su cabeza, mientras despeinaba su cabello. 

Ojos cerrados, se mecía entre la multitud. Sus manos, dos cobras doradas que se deslizaban con movimientos frágiles, flexionando cada una de sus falanges.  Yo, solo la miraba, tan ella, tan enredada en sus largos y perfectos pensamientos. Tan sometida al dolor, al fracaso, a ella.

El sonido aumentaba gradualmente al igual que la sensación de ahogamiento. Estaba ahí y no podía hacer nada, excepto mirar como se mecía, tan suya.

Sus pies, anclados al piso asemejaban dos raíces que la mantenían en la tierra, evitando que toda ella se desvaneciera en aquella melodía..  

Y la música seguía..., sórdida, envolvente. La voz ronca impregnada con una tenue luz parecía haberla poseído avanzando por sus dedos, subiendo por sus piernas, siguiendo su cadera, internándose en el fondo de su pecho, llenándola toda, subiendo por su cuello, saliendo con cada exhalación y volviendo a ella. 



Y yo, solo podía mirarla...
tan ella, tan yo.







lunes, 12 de septiembre de 2016

Lo siento....


¿Te gusta el helado de Vainilla?- Claro
¿Qué me dices de la Luan,  la prefieres?- Por supuesto
¿La lluvia chocando contra las ventanas?- Mi deleite
¿Amas las alturas?- Tanto, como la sensación que produce el viento cuando mueve mi cabello


Y mientras pronunciaba estas palabras sus manos se acercaban caminando por los ante brazos de aquel hombre. Quien miraba la estación del tren tan solitaria


 Entonces, ¿A quién esperamos?


Rapidamente, el semblante de aquella criatura había cambiado... Sus ojos grandes como almendras se transformaron en dos témpanos de hielo. Dos ardientes y dorados témpanos.

Sin pensarlo y con un movimiento brusco, lo tomo por su chamarra y con voz quebrada dijo: "Lo siento, no me quiero enamorar"


Y así fue como su último respiro se iba apagando junto con el ámbar en sus ojos, solo quedaba la sensación de una caída libre mientras rodaba sobre las vías del tren. Esa ... la única forma que conocía de impedir al amor...