domingo, 30 de octubre de 2016

Café con leche



Su risa nerviosa hacia juego con el blanco de las sábanas, mientras su azabache cabellera contrastaba con las mismas. Ambos permanecían sin moverse en extremos opuestos de la habitación, contemplándose, sonriendo, taciturnos. Haciendo honor a su nombre él volvióse valiente acercándose. La profundidad de su mirada lograba reflejarla, moviéndose lentamente, examinando su cara, su cuerpo… Su compañera, tomando una bocanada grande de aire le sonreía mientras acortaba distancia.

El playlist perfecto hacía compañía a sus manos mientras recorrían lentamente su cara, atravesando sus mejillas bajando hasta su delgado cuello rodeado fácilmente por sus manos, avanzando hacia las clavículas, estacionándose en el esternón, perdiéndose a sus costados. Su respiración había dejado de ser cauta, acelerándose. La discordancia de sus pieles era perfecta: una blanca, brillante como la Luna,  llena de oscuros lunares que hacían justicia a su perfección, mientras la otra, resplandecía dorada, como los rayos del sol que aparecen al amanecer. Si me preguntan el nombre de aquella obra podría llamarla, café con leche.

Sus labios rosados temblorosos en principio, explotaban en éxtasis, deslizándose como los rayos de luz a través de ella. A veces lentos, otras con aquel exquisito cólera penetrante mientras ambos sujetaban fuertemente sus nucas. Sus temperaturas habían llegado al punto de ebullición, haciendo que millones de corpúsculos compusieran una bravía orquesta, sensible al tacto, a él, a ella.
En ese preciso instante podía haber acabado el mundo y no habría importado pues ambos se tenían, estaban siendo, serían, fueron.





sábado, 29 de octubre de 2016

Si preguntas por mí....




No lloro, sólo le entró una piedra a mi corazón.

No lloro, sólo enjuago mis emociones, solo dejo que se expriman junto con la razón.

No lloro, sólo me pesan los ojos.

No lloro, sólo trató de entenderme, sólo quiero dejar de sentir.

No lloro, sólo tengo preguntas sin responder que atormentan por las noches.

No lloro, sólo no entiendo.

No lloro, sólo me aferro

No lloro, sólo me reprocho.

No lloro, sólo me he perdido.

No lloro, sólo te extraño.

Eso, por si preguntas...




Preguntas...¿si lloro?




No lloro, sólo le entró una piedra a mi corazón.

No lloro, sólo enjuago mis emociones, solo dejo que se expriman junto con la razón.

No lloro, sólo me pesan los ojos.

No lloro, sólo trató de entenderme, sólo quiero dejar de sentir.

No lloro, sólo tengo preguntas sin responder que atormentan por las noches.

No lloro, sólo no entiendo.

No lloro, sólo me aferro

No lloro, sólo me reprocho.

No lloro, sólo me he perdido.

No lloro, sólo te extraño.

Eso, por si preguntas...




Si preguntas si lloro:




No lloro, sólo le entró una piedra a mi corazón.

No lloro, sólo enjuago mis emociones, solo dejo que se expriman junto con la razón.

No lloro, sólo me pesan los ojos.

No lloro, sólo trató de entenderme, sólo quiero dejar de sentir.

No lloro, sólo tengo preguntas sin responder

No lloro, sólo no entiendo.

No lloro, sólo me aferro

No lloro, sólo me reprocho.

No lloro, sólo me he perdido.

No lloro, sólo te extraño.

Eso, por si preguntas...




sábado, 17 de septiembre de 2016

Tan ella




El sonido de la guitarra aturdía sus sentidos. Al ritmo de su corazón el golpeteo de los tambores continuaba sus movimientos. Sus manos giraban sobre su cabeza, mientras despeinaba su cabello. 

Ojos cerrados, se mecía entre la multitud. Sus manos, dos cobras doradas que se deslizaban con movimientos frágiles, flexionando cada una de sus falanges.  Yo, solo la miraba, tan ella, tan enredada en sus largos y perfectos pensamientos. Tan sometida al dolor, al fracaso, a ella.

El sonido aumentaba gradualmente al igual que la sensación de ahogamiento. Estaba ahí y no podía hacer nada, excepto mirar como se mecía, tan suya.

Sus pies, anclados al piso asemejaban dos raíces que la mantenían en la tierra, evitando que toda ella se desvaneciera en aquella melodía..  

Y la música seguía..., sórdida, envolvente. La voz ronca impregnada con una tenue luz parecía haberla poseído avanzando por sus dedos, subiendo por sus piernas, siguiendo su cadera, internándose en el fondo de su pecho, llenándola toda, subiendo por su cuello, saliendo con cada exhalación y volviendo a ella. 



Y yo, solo podía mirarla...
tan ella, tan yo.







lunes, 12 de septiembre de 2016

Lo siento....


¿Te gusta el helado de Vainilla?- Claro
¿Qué me dices de la Luan,  la prefieres?- Por supuesto
¿La lluvia chocando contra las ventanas?- Mi deleite
¿Amas las alturas?- Tanto, como la sensación que produce el viento cuando mueve mi cabello


Y mientras pronunciaba estas palabras sus manos se acercaban caminando por los ante brazos de aquel hombre. Quien miraba la estación del tren tan solitaria


 Entonces, ¿A quién esperamos?


Rapidamente, el semblante de aquella criatura había cambiado... Sus ojos grandes como almendras se transformaron en dos témpanos de hielo. Dos ardientes y dorados témpanos.

Sin pensarlo y con un movimiento brusco, lo tomo por su chamarra y con voz quebrada dijo: "Lo siento, no me quiero enamorar"


Y así fue como su último respiro se iba apagando junto con el ámbar en sus ojos, solo quedaba la sensación de una caída libre mientras rodaba sobre las vías del tren. Esa ... la única forma que conocía de impedir al amor...

domingo, 14 de agosto de 2016

De la "levedad" y "él"


La levedad..., momentos rápidos, fugaces, etéreos. Aquellos, que configuran la llegada; el primer vistazo... cuando la mirada va recorriéndole de pies a cabeza, anidándose en las esquinas de sus labios. Los primeros segundos en los que ambas comisuras reflejan un cuarto creciente y se asoma por su boca..., un pedazo de Luna, blanca y resplandeciente. Un espectáculo privado, que solo algunos se jactan de poder apreciar.

La sutil levedad del compás con la que sus manos recorren hacia atrás su cabello. Las mismas que caminan la hechiza piel de alguna persona.

La levedad de mirarle entre tantos. Y apreciar su figura acompañada por la luz de la tarde, mientras espera. 

El segundo en que aquel rubio cabello que antes era deseable, se ha opacado, por una oscura y lisa cabellera que ondea con el viento. Y no importa si no es perfecto, la seductora levedad hace que lo sea. Su frágil construcción interna lo hace, la ambigüedad de ser, lo hace.

La insoportable levedad de lo general y lo particular que produce un "Te Quiero". 
 
La levedad con que cada tecla presionada ayuda a expresarlo. La levedad con que puedes conocerle a través de estas líneas. La misma levedad con que todo se evapora. Pero no ahora, no hoy. Esta noche, la levedad descansa. Y únicamente existe, él.

"Allí donde habla el corazón es de mala educación que la razón lo contradiga"


Milán Kundera



domingo, 15 de mayo de 2016

Querido amigo

Querido amigo, me dirijo a tì esperando logres entender mi comportamiento tan extraño, se que no soy quien solía ser, pero es que debo explicar lo que me ha venido aconteciendo:

2:00 a.m. La sensación de vacío en el estómago comienza a sacarte de aquellos sueños en los que tratas de imaginar su cara.
2:35 a.m. El sudor empapa tú cabeza y tus manos. No dejas de dar vueltas sobre la cama tratando de conciliar el sueño
3:05 a.m. Has dejado de intentar dormir y solo piensas en no pensar, pero cada ruido lo evoca, cada pensamiento lo atrae. Quisieras incluso dejar de decir las palabras con J con l con i... Pero luego piensas en el resto de su nombre y sería condenarte al mutismo perpetuo.
4:50 a.m. La biología logra vencerte y comienzas a dormitar. La sensación del estómago sigue ahí, pero ha dejado de ser molesta, ahora… la disfrutas
7:00 a.m. Hora de despertar, el día ha llegado.
8:25 a.m. Solo existe su nombre
11:36 am. Impaciente miras el reloj ... Ya casi es hora
1:00 p.m. Tú estomago comienza a revolotear, su voz es más real, su boca, su cabello, La forma de caminar que permanecía oculta en las tinieblas toma una silueta y se trasforma, en él.
1:05 p.m. Ha llegado, sostiene tu mano, sostienes la suya. Miras sus ojos, él mira los tuyos. Sonrié, sonriés... Y sientes que la espera fue valiosa... Y te preparas para las siguientes 168 horas en que esperarás volver a él.


Querido amigo ansió, logres entender y espero que algùn dìa como yo, tambièn pienses en no pensar.


viernes, 15 de abril de 2016

De las cosas cursis, Tepalcates y flores



Hay acciones que ciertamente son dignas de ser discutidas por un buen rato, por ahora me limito a relatar, el juicio es para tí: ¿Aún existe humanidad en nosotros?.

Eran las 5:55 p.m. el calor no daba tregua y el azulado vagón del metro olvidaba la misericordia elevando aún más la temperatura. Mirando a mí alrededor me percataba de rostros conocidos… La mujer del cabello recogido, de hombros caídos y mirada fija hacía el otro extremo del vagón. Un hombre de manos trabajadas y pómulos prominentes miraba hacia el piso con el rostro cansado. Múltiples espaldas encorvadas y ojos cerrados componían aquella calurosa tarde. Las mismas caras, los mismos gestos que, los míos. Un viaje más, una hora más, un día más….

 -Miren hermanos, yo vengo ofreciendo….- La voz de un hombre interrumpía el silencio obligado del lugar. Otro de los vendedores ambulantes que suelen aparecer en cada recorrido del colectivo. Aquella voz (semi ahogada por las vías del metro y mis audífonos) al parecer promocionaba sus dotes artesanales. Recitando algunas palabras mostraba su pericia armando una blanca flor con tan solo un pedazo de tela y un  palito, de esos, que alguna vez usamos para hacer una bandera o alguna manualidad para el colegio.

-Si gustas apoyarme con lo que consideras que vale mi trabajo…., o si puedes regalarme un taco, algo de beber, una sonrisa, mira yo lo acepto….- De vestiduras sencillas y voz grave el hombre continuó con su monólogo, mirando hacia el vagón y regresando a su creación. Sus manos cuarteadas no correspondían a su cabello relamido y peinado. Hablaba sobre su vida y como una decisión errada le arrancó la libertad.
Algunos navegantes curiosos lo escudriñaban por el rabillo del ojo, otros como yo…, trataban de combinar la música de fondo y los pensamientos propios con las acciones de aquel hombre-¿Verdad, mentira o un híbrido, provocativo para enternecer los corazones?-.

-Dame una….- Extendiendo su mano, entregó un billete de veinte pesos. -Así está bien- dijo la mujer.  Aquel hombre realizó una leve reverencia con la cabeza y persignándose siguió su discurso. Una mano más se alzaba, un joven de camisa gris y cabello negro pedía una… -La blanca por favor-, pagando por ella con monedas tomó la flor entre sus blancos dedos e inclinándose la ofreció a ella…. Una pequeña niña de gafas azules con cordones blancos,  zapatos ortopédicos y uniforme escolar. Ella, que abría los ojos sorprendida y miraba a su madre con el rostro iluminado por la sorpresa. Ella, pequeña y temerosa.
Tímida, tomó la flor, y un tanto apenada e impulsada por su madre agradeció el gesto con un abrazo. Aquel joven correspondió, con el semblante enrojecido por tal acto ciertamente inusual.

-Mira nada más.. ¡ten!. Te devolvemos tú flor...- El hombre sencillo obsequiaba una segunda.  Doblemente enrojecido, aquel individuo, movía su cabeza agradecido y apenado por ello. -¡Ten!- repetía con voz dulce, pero imponente.

– Gracias-


Aquel joven continuó su viaje admirando aquel regalo, ensimismado, miraba sus pétalos y sonreía. El mundo dejó de existir, solo estaba él, la flor y la satisfacción en su cara de haber hecho sonreír al último vagón de las 5:55 p.m.

domingo, 13 de marzo de 2016

"Hoy coincide que tu también estás aquí.."


Hasta hace unos meses los sucesos de la vida le parecían meras coincidencias, algunas muy extrañas pero, no se detenía demasiado a pensar en ellas, aún ahora suele ser escéptica aunque, algo se ha alterado dentro de sí…. Él la está cambiando. 

La noche era fría, el aire insubordinado corría por aquel pasillo congelando todo lo que estuviera al descubierto; narices, orejas, manos…todo pues, ¿qué podía esperarse de una noche de diciembre…? Una vista extraordinaria del campus los cobijaba. Los murales de   O´Gorman alumbrados por una luz amarillenta daban la sensación de calidez en aquella oscuridad invernal.  Las nubes caprichosas evitaban lograr ver la Luna y mucho menos las estrellas. Mientras esperaba hallar algo, apareció él. Una figura familiar que había visto en algunas ocasiones, pero nunca tan cercana. Disimulada, examinaba la silueta de sus movimientos, su voz, las palabras hilarantes que musitaba su delicada boca y su forma de reír. El viento movía su alocada cabellera dejando ver solo un poco sus grandes ojos cafés. Los mismos que después reflejarían la mirada suya.

Los días pasaban llenos de pláticas. A veces sin sentido, otras veces, llenas de intimidad…, pero no de esa intimidad física, no, de aquella que te llega al alma, que hace reflexionar sobre la vida propia, de esa intimidad que a veces lastima, pero que al compartirla, el dolor se hace llevadero, de esa intimidad con la que muchos soñamos.

¿Su estilo? Podría llamarlo…, un híbrido. Espontaneo y cauteloso a la vez. Amable y cariñoso, pero libre. Altivo a la vista pero susceptible al tacto. Valiente pero reservado. De ideas profundas, para un hecho simple.

¿Coincidencia haberlo encontrado?; ¿coincidencia sus gustos?; ¿coincidencia su forma de pensar?, ¿coincidencia su sonrisa?; ¿coincidencia la cercanía?; ¿coincidencia querer dar más…, sin esperar nada?; ¿coincidencia comenzar a cambiar?; ¿coincidencia en buscar la fé…?; ¿coincidencia que sea tan él...? No lo creo, y como dice la canción:  

"Coincidencias tan extrañas de la vida, tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir..."