martes, 18 de julio de 2017

El amor en los tiempos de la adultez



Cerró su libro, suspiró y dijo: ese, si es amor.

-El amor de las películas y los libros no existe. Yo sólo he visto ese donde la otra persona se vuelve una extensión de tú cuerpo- le respondía su acompañante

-¿Cómo?-

-Si, ese... donde suelen prestar uno de sus brazos para alcanzar a rascar la espalda del otro, ese donde el mayor acto de amor es apartar su pieza favorita del pollo.  

Amor cotidiano: El amor de la vida real.

Silhouettes


Giraba a través de la oscuridad, un universo infinito la rodeaba, podía sentir la fuerza de gravedad presionar su enclenque cuerpo hacía el abismo. Sus cabellos ondeaban sobre su cara, indefensos ante el precipicio. Voces a su alrededor suplicantes gemían, lanzando cuchicheos sin sentido. Trató de encontrar algún punto de referencia que pudiera guiarla, pero la nada la cegaba. Sus manos humanas habían desaparecido, en su lugar una especie de halo blanco y resplandeciente que cubría lo que alguna vez habría sido un dedo. Su cuerpo, ya no era. La ligereza comenzaba a invadirla, el peso se había ido, su espalda encorvada tenia un aspecto jovial y su respiración parecía menos forzada. Poco a poco comenzó a llenarse de una inmensa luz blanca a veces púrpura. La luz emanaba desde su corazón, subiendo por su cuello, caminado su pecho, entrelazándose con su sangre, toda ella fluía con la luz. 

De la nada sintió un golpe que estremeció todo lo que alguna vez fue un cuerpo, gracias a el tomó conciencia de sus extremidades, aún estaban ahí, pero su forma había transmutado. Una sensación de temor la invadió, ¿qué estaba pasando? hacía tan sólo unas horas se encontraba acostada sobre su mullida cama mirando hacia la ventana, había sido un día tan bello, tanto como pudiera ser el último día sobre la tierra. Nunca había visto el azul del cielo tan resplandeciente, ni el trinar de las aves había sido tan melodioso como aquel día. Y ahora, se encontraba en la inmensidad de la nada. 

El tiempo transcurría de una forma imprecisa, a veces parecía una hora, otras parecía haber estado ahí por años, era algo vago en esta nada. Pensaba sobre esto cuando una pequeña chispa relumbró a lo lejos, una pequeña llama verdosa se deslizaba grácil hacia ella, tomando forma a medida que se aproximaba. Aquel resplandor cambiaba de color transformándose en un intenso anaranjado que volvía a su estado original. Era una figura alta, de paso firme. Parecía estar perdida como ella lo había estado antes. Giraba su cabeza de un lado a otro en buscada de respuestas cuando pareció tomar cuenta de que no estaba solo. Caminó hacia ella, la forma en que se balanceaba lo que alguna vez fue cabello le pareció muy peculiar, un gesto conocido. 

De forma apresurada dirigió su nuevo cuerpo al encuentro de ese gesto amigo. Mientras avanzaba se percataba de lo conocida que era aquella luz, emociones habían vuelto a su cabeza. Una extraña incertidumbre, una nostalgia explotaba en su nuevo corazón, un gozo subía por su mano en forma de calor. ¿Quien era?, se preguntaba. A medida que una sensación de familiaridad la invadía. Por su parte, la silueta verdusca revivía una sensación de tranquilidad y una extraña tristeza, el recuerdo de la perdida parecía haber llegado.

Al acercarse mas un torbellino parecía desatarse, la sensación de corporeidad volvía para ambos, pero mas amable con menos carga ya no había por que preocuparse, sólo estaban ellos.

Un recuerdo fugaz había llegado a su mente, no era un algo era un él. No era un cualquiera, era ¡él!. Estaba frente a ¡él!, un mar de recuerdos pareció invadirla, sabia ante quien estaba, levantó su mano para poder rozar su mejilla una vez mas. Mientras, aquella llama perdida en la incertidumbre parecía confusa, tratando de entender aquella extraña sensación de intimidad, de cercanía. 

Parecía que una eternidad había transcurrido desde el primer vistazo de su pequeña luz verde hasta que por fin estaban frente a frente. Lentamente extendió su mano ante su tenue color, aquel parecía reconocerla. La nada los acompañaba, no existía más que la oscuridad, la vaguedad de la soledad y ellos. Su luminosidad trémula comenzó a fusionarse, blanco y verde se transmutaban, mientras ella alargaba sus dedos para tocarlo, era él. Aquella bella silueta del pasado que hizo vivir su corazón, silueta de aprendizajes, sus primeras lágrimas de preocupación real, la sensación de descontrol y una especie de amor protector volvieron para la blanca luz. Una eufórica sensación corría por su cuerpo hetéreo. Estaba ahí frente a ella, con sus dedos fantasmales recorrió sus ojos almendrados, su nariz, sus labios, su cuello que en alguna vida había estado poblado por lunares, su pecho cuyo corazón palpitaba estrepitosamente. Para él, un hogar había aparecido otra vez, una compañía, un confort. Tocaba su cabello alargado, sentía sus dedos entrelazarse con los suyos, los que habían sujetado tantas esperanzas, ahora estaban ahí. Un amanecer había vuelto y esta vez para quedarse.   

La distancia se acortó y miles de imágenes remotas los inundaron. A medida que el tiempo pasaba sus colores iban perdiéndose, ambas figuras olvidaron su forma original dando lugar a un único resplandor, a una inmensa luz que explotó repartiéndose en cientos de colores, alumbrando aquella negrura, volviéndose eternos. Bien dicen: hay almas que están destinadas a encontrarse, incluso en la muerte.

"La eternidad es la mar mezclada con el sol..."
 Arthur Rimbaud 



sábado, 1 de julio de 2017

Ojos de vida



Ojos de vida, sonrisa como paliativo. 

Manos que invitan a pensar en un "podríamos...", con quien es sencillo imaginar un nosotros. Quien te hace sentir parte de.

 Voz que anima a lanzarse en el vacío de las esperanzas, camino que quiero recorrer bajo tu dorado abrazo. Alma bonita, alma nueva, alma por conocer. 

Inesperado que, como viento de Junio entraste desordenando mi caos. 

Tú, que con el corazón en la lengua hablas,  espera por favor, quiero que seas algo más que un simple alivio, quiero que seas respiración y aliento. Sonrisa y esperanza. Una balada que quiero cantar, un himno para el amor. Un hogar para compartir y no un escape de la soledad. Permite expulsar a los fantasmas del pasado, a la nostalgia, a la incertidumbre.

Tú: viento fresco, ayúda inmediata, ojos de vida, camino dorado no temas, aquí estoy.