Sus labios rojos con una sonrisa
tierna invitaban a una amena conversación, de mirada fija que incitaba a pensarle.
El movimiento de sus blancas
manos tan fino como su voz llamaba a permanecer mirando los espirales que acompañaban sus palabras.
Todo su ser, incitaba a la confusión. Aquellos gestos, y la voz queda,
parecieran una alternativa, un reflejo de lo que puede ser. Una invitación a
una desnudez del alma. Atrayendo a un vacío, al caos, a una pérdida de la esencia
misma.
Su amabilidad conducía a un
camino desconocido y sin retorno, a un juego en el que al parecer la pérdida es
la única ganancia. Reflejando en el espejo de su franqueza las penurias de otra
alma solitaria, las añoranzas que parecen estar fuera de su alcance.
Su piel de mármol, era una suplica hacía un acorde secreto.
Espero que algún día su invitación sea escuchada por alguien que desee caminar acompañado por tan magnífica alma.
Por ahora, solo relato lo que logré observar pues, yo también estoy esperando a mí invitado, aquel de lunares nostálgicos...
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