martes, 6 de julio de 2021

El primer adiós real

 Este es el primer adiós real que hago, no desde el quererlo, desearlo. Es más, desde aquella tristeza que me embarga y se esconde un café tras otro. 

Debajo de un suspirar y mirar hacia el otro lado cuando veo la realidad alcanzándome, golpeando su látigo sobre mis expectativas y delirios. Trayéndome a lo que es y lo que ya no está.

Es el primer adiós real que hago. Desde las notas tristes de las canciones que cada día entiendo, del ser espectador de como continúas viviendo como si nada y yo aquí, con una tormenta en mi pecho y miles de pensamientos girando. Es el primer adiós, mirándome en las letras de otro.

Quiero dejarte ir, odiarte y no extrañarte. Quisiera avanzar a pasos agigantados como tú lo has hecho, ponerte "stop", "una pausa", ¿te suena familiar?.

Es el primer adiós real que hago, así como la pandemia le dijo adiós a la "normalidad". Le digo adiós a las bibliotecas, a los colegios y a ti. Anticipando nuestro fin.

Es el primer adiós real, escuchando trova y dedicándote en silencio las canciones de desamor, de la eterna espera y a veces, de reivindicación.

Se que somos un proceso, una serie de cambios, duelos y ganes. Pero yo no estaba lista para terminarlo, quería más cuando nunca fuimos. Hacía más por recibir menos.

Es el primer adiós real que hago, ¿cuántos más serán necesarios?...


Almitas de Dos Mil Veintiuno

Las pequeñas sombras apenas podían distinguirse desde lejos. Las paredes de aquella caja que simulaba un hogar eran tan altas como una muralla entre el mundo y aquel cartón.

Habían llegado de improviso, como una ráfaga del viento que finales de mayo anuncia. Cálidos y ruidosos. De pelaje variado, gris como el cielo en julio, blanco como las nubes de octubre.  

Un amor peludo, que llegaban justo en el momento indicado. Para acariciar con sus bigotes un corazón devastado, que había perdido su rumbo, que vivía y sobrevivía creándose una rutina en donde poco a poco tenía que desenterrar un “algo” que años atrás existió y que hacía poco se había extinto.

Almitas peludas caminaban por las noches sobre su cama, maullándole a la Luna. Posándose sobre su cabeza, como adivinando los pensamientos. Subiendo a su pecho queriendo aliviar con su cariño eterno aquello que por ahora, permanecía quebrado.

Este escrito esta dedicado a ellas. A esos pequeños y veloces amigos felinos que se han vuelto la compañía más real en este mundo que parece haberse estrellado y dejado sus astillas por doquier.

 

A: "Spunik", "Chamaquita" y "Shelly"

 

The morning is born tonight