jueves, 28 de diciembre de 2017

Su mundo

Un telar natural actuaba como techo,  palmas entrelazadas construían su acojedor  refugio. Las luces azules brillaban incandescentes.  A desniveles alumbraban aquel rústico lugar. Acostados sobre el piso, miraban cada una de ellas. Encendido, apagado..., encendido, apagado... Sobre sus rostros se reflejaba el juego de luz y oscuridad. Alumbrando y oscurecido sus pupilas, acentuando el flujo de su sangre que corría por su cuello cada vez que giraban para mirarse. Sus labios refulgentes sonreían coloreando aún más aquella noche. Sus manos jugaban con el aire, con sus cabellos como practicando un ritual, el ritual de la complicidad, de estár. El sonido de las hojas al moverse era el perfecto arrullo, mientras continuaban con aquel rito de reconocimiento. Aprendiendo el camino de la otra piel, el terreno sinuoso de sus miradas, conociendo las planicies de sus flancos, la vereda que avanza desde la comisura de sus labios hasta sus torneadas mandíbulas. Sabiendo como ser del otro sin dejar de ser para ellos. Prometiéndose su propio mundo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario