sábado, 17 de septiembre de 2016

Tan ella




El sonido de la guitarra aturdía sus sentidos. Al ritmo de su corazón el golpeteo de los tambores continuaba sus movimientos. Sus manos giraban sobre su cabeza, mientras despeinaba su cabello. 

Ojos cerrados, se mecía entre la multitud. Sus manos, dos cobras doradas que se deslizaban con movimientos frágiles, flexionando cada una de sus falanges.  Yo, solo la miraba, tan ella, tan enredada en sus largos y perfectos pensamientos. Tan sometida al dolor, al fracaso, a ella.

El sonido aumentaba gradualmente al igual que la sensación de ahogamiento. Estaba ahí y no podía hacer nada, excepto mirar como se mecía, tan suya.

Sus pies, anclados al piso asemejaban dos raíces que la mantenían en la tierra, evitando que toda ella se desvaneciera en aquella melodía..  

Y la música seguía..., sórdida, envolvente. La voz ronca impregnada con una tenue luz parecía haberla poseído avanzando por sus dedos, subiendo por sus piernas, siguiendo su cadera, internándose en el fondo de su pecho, llenándola toda, subiendo por su cuello, saliendo con cada exhalación y volviendo a ella. 



Y yo, solo podía mirarla...
tan ella, tan yo.







No hay comentarios:

Publicar un comentario