Blog dedicado a relatar los momentos cotidianos que se graban en la memoria de alguna persona.
miércoles, 28 de diciembre de 2022
El limbo de los corazones rotos
El limbo de los corazones rotos
Las olas golpeaban las rocas creando una mezcla de azul y
bruma perfecta. Sus cuerpos danzaban entre el agua fusionándose con la
naturaleza, disfrutando del tiempo, sin más.
Él, rindiéndose a su boca, respiraba con una cadencia que
invitaba a seguirlo. Con sus manos la tomaban de la cintura, acercándola a sus
latidos. Besándola.
Aquel momento se difuminaba entre el cielo y el mar,
cambiando a un verde pasto, fresco como la seguridad de que estaba uno para él
otro.
Los escenarios se transformaban de acuerdo al ritmo e
intensidad de sus caricias. La fuerza del viento de un mar agitado los llevaba
a una tranquila planicie para devolverlos a una galería de arte donde todo
había comenzado, finalizando con sus cuerpos abrazados entre dos estatuas de
mármol.
Pronto se iría a uno de esos viajes interminables de los que
hablaba, Italia... tal vez, el Atlántico. Sólo él podría saberlo.
Mientras sus manos se aferraban a su camisa y su cara a su
pecho, con voz queda pero entusiasmada, esbozó una súplica - ¡Vamos!, deja todo
y sígueme-
Sin embargo, en su boca únicamente pudo encontrar una amarga
verdad. -No puedo, tengo algo que decirte... hay alguien más... verás, es un
hombre que quiere adoptar, me parece una muy buena opción...., el dinero ya no
será un problema y yo podría dedicarme a...-
Sus ojos se habían vuelto fríos y distantes. Se convertía en
un desconocido que poco a poco robaba su corazón.
De pronto, todo el mundo parecía más apagado, un poco más tenue,
un poco más frío. Aquel lugar parecía haberse hundido bajo el suelo. Ella se
sentía más liviana, estaba, pero no estaba.
Mientras procesaba la información, tomó cuenta de que la
pequeña sala de museo se notaba llena. Parecía haber personas de todas las
épocas. Vestidos largos y corsés inundaban la salita. Las pinturas parecían
menos antiguas y el piso menos gastado.
Su corazón había dejado de latir con la intensidad que antes
vivía, ahora era más un "bum" entrecortado. Con un gesto de rechazó,
soltaba las manos por quien hasta hacía unos momentos había estado dispuesta a
dejar todo.
Corrió por los pasillos apenada, buscando salir de aquel
lugar. Las estructuras de piedra laberíntica y su respiración rápida no
permitían que pudiera pensar adecuadamente para poder salir. Jardines, puertas,
pasillos con tanta gente a su alrededor parecía una mala broma -¿ahora que
necesitaba soledad aparecían todos?- preguntaba a sus adentros.
Mientras buscaba una salida, su mirada registró una figura a
través de una ventana. Un hombre alto de cabello largo de porte desgarbado. Era
él, él y un otro. Hablando.
No alcanzaba a escuchar lo que decían, pero los movimientos
de sus manos parecían algo agitados, tal vez una discusión... Mientras trataba
de descifrar lo que acontecía, de forma súbita el otro hombre se levantaba de
la mesa y salía por una de las puertas situadas al fondo.
Un hombre alto, de tez oscura y nada de cabello, vestía un
traje de tres piezas café, que hacía juego con un sombrero, que se alejaba
entre el tumulto. Mientras, la figura que ella conocía se quedaba sollozando
sobre la mesa, desconsolado, con su cabello sobre sus antebrazos cubriendo su
cara.
Desconcertada, buscó salir inmediatamente del lugar. Él
hombre que arrogante había estado entre sus brazos ahora se encontraba llorando
sobre la mesa.
"Clic, clac..." se escuchaban sus zapatos golpear
el piso gris mientras subía unas escaleras hacia la salida. Sin embargo, una
mujer la detenía.
- ¿A dónde vas?, Tú no puedes salir- mencionaba con voz
firme.
-Necesito irme- respondió
-Lo siento, es imposible. Te encuentras en el limbo de los
corazones rotos, el lugar a donde van... los muertos de corazón...-
Pasmada, dio un paso hacia atrás y miró a su al rededor,
había tantas personas vagando... jóvenes, viejos... de cientos de épocas y
ahora, ella se encontraba ahí y él también.
La mujer volvió a hablar- parece que a ambos les han roto el
corazón, bienvenidos...-
Como en una película de terror, todo se volvió gris. Las imágenes
poco a poco se desvanecían.
La cara de aquella
mujer se descomponía en una escala de grises amorfa, sin embargo, sus ojos
continuaban fijos, mirándola, hasta que aquella escena se volvió nada...
Una bocanada de aire le despertó, todo era un mal sueño...
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