Su cabello negro se extiende como el universo coloreando su blanca piel, que destella como las estrellas. Pequeños planetas en forma de lunar terminan de adornar el lienzo de su cuerpo. Y si miras a través de sus risueños ojos ámbar podrás encontrar aún más belleza.
Un mundo de matices, colores que te invitan a sanar. Puedes ver la calma representada en un abrazo y el cuidado a través de un beso en la frente. La pasión en cada yema de sus dedos. Y el amor en sus labios.
Y, qué decir de su voz, una brisa grave que cuida, protege, pero invita a vivir.
Más allá, en lo etéreo encontramos sus sueños, aspiraciones y a veces miedos, porque claro, es humano. Pero sobre todo, hay bondad, un gusto por estar para él otro y para si mismo. Enseñando siempre las diferentes formas de amar, alejando el miedo. Siempre en busca de mejorar.
Ciertamente un hogar con forma humana...
Mi hogar